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Natalie Bookchin. Retratos de la multitud
Barcelona

Natalie Bookchin. Retratos de la multitud

La Virreina Centre de la Imatge

Imagen: Mass Ornament, 2009 ©Henning Rogge

Esta muestra reúne siete trabajos audiovisuales producidos entre 2008 y 2017 que exploran las paradojas relacionadas con el uso cotidiano de las tecnologías de la comunicación. Mediante recursos propios de la estética de las bases de datos, las redes sociales y la economía colaborativa, la artista suele ensamblar cientos de vídeos online registrados en primera persona. El resultado es una composición de autorretratos que revelan los efectos del capitalismo comunicativo en la sociedad norteamericana.

La obra de Natalie Bookchin comienza a ser internacionalmente conocida en los años noventa, considerándose parte de una generación de artistas pioneros en el ámbito de la cultura digital, quienes, lejos de actitudes tecnófilas, tomaron una posición crítica mediante la práctica del net-artivismo ―combinación de red-arte-activismo― frente a la creciente brecha digital sobre la esfera pública, económica y cultural en Estados Unidos.

A mediados de los 2000 inicia una etapa en la que los materiales derivados de internet y las redes sociales serán centrales en su obra. Desde el uso de imágenes tomadas por webcams de seguridad desprotegidas y accesibles a través de Google, hasta la apropiación de vídeos de baja calidad y resolución colgados en YouTube ―el fair use o «uso legítimo» es una forma legal en YouTube que permite reutilizar materiales protegidos por derechos de autor sin el permiso del propietario.

Con la crisis de 2008, las redes sociales experimentan una circulación exponencial de videoblogs domésticos registrados en primera persona. Un fenómeno que Bookchin define como una multitud de monólogos masivamente conectados desde su particular aislamiento, cuya experiencia reviste una doble condición: a la vez que participan en comunidades virtuales desde las que comparten deseos y opiniones, las redes gestionan sus datos para la llamada economía del big data.

Interesada en los debates planteados por la teoría crítica de los medios, durante la última década Bookchin se ha dedicado a explorar las paradojas inscritas en las tecnologías de la comunicación. A partir de la edición de cientos de vídeos disponibles en línea, la artista construye un mosaico de autorretratos en múltiples pantallas dispuestas de forma seriada, que componen complejos paisajes sonoros, voces polifónicas, cuerpos coreografiados y representaciones móviles.

La videoinstalación multicanal Mass Ornament (2009) es el resultado de la recombinación de decenas de videoblogs que, a modo de espejos, muestran a una serie de adolescentes solitarias que bailan en sus dormitorios imitando a las estrellas del pop. Mediante la postproducción de espacios, gestos, pasos e incluso tomas de cámara que repiten el mismo patrón, Bookchin nos revela una representación mecanizada de lo íntimo, en la que los deseos, las relaciones y las identidades parecen haber sido mediadas por la pantalla.

En producciones posteriores, como Now he’s out in public and everyone can see (2012-2017), la sincronización de las imágenes da paso a múltiples vídeos caóticamente dispersos por la pantalla, creando una cacofonía de rostros y sonidos que sugieren una desconexión entre sí. Iniciado durante la etapa presidencial de Obama en Estados Unidos, Bookchin construye un nuevo mosaico de fragmentos de videoblogs en los que personas de diversas procedencias responden, a través de internet, a las tensiones raciales que se intensificaron durante ese período. Frente a una esfera pública controlada por los medios de comunicación dirigidos a las clases populares blancas, Bookchin pone de relieve cómo en la época de las redes sociales los relatos fabricados, los rumores y la desinformación apenas se distinguen de la información veraz.

En sus últimos trabajos audiovisuales, Natalie Bookchin produce retratos colectivos de una multitud social y políticamente activa, formada por singularidades que interpelan aspectos que hoy preocupan a la sociedad norteamericana. Se trata de personas cuya marginalidad o posición subalterna no solemos percibir a través de nuestras ventanas catódicas. De nuevo, la artista muestra una pantalla con múltiples retratos parlantes, encapsulados en sus propios marcos, que puntualmente, como si de un coro griego se tratara, generan ecos y repeticiones que destacan las experiencias compartidas y las similitudes, instigando vínculos inesperados y desconocidos entre sí. Frente a unas tecnologías de la comunicación que tienden a desactivar la comprensión de lo común, Bookchin propone re-imaginarlas como espacios desde los que configurar una noción diferente de lo social y lo colectivo, apelando a la solidaridad y a la empatía con todo su potencial pendiente de realizarse.

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